Vamos hacia el iceberg a toda máquina

Posiblemente esta entrada sea poco vista y quede aquí. Aunque poco importa ya que el debate es estéril y quien lo debe liderar no está dispuesto a ello o realmente no tiene idea de como hacerlo. Me refiero al revuelo que se ha originado en la prensa digital generalista sobre el tema de las Campanadas con cerveza. De todo lo que se está diciendo lo que me ha dejado más asombrado y perplejo es, precisamente, lo que no se está diciendo. Ni se dirá. Y es que no se ha dicho casi nada, salvo algunos (los prejudicados, claro) expresar su indignación porque  «se mercantiliza todo» (sic.) o aduciendo a la patética excusa del boicot, que pocos creen. Eso si, invitando a la profunda reflexión sectorial. Que de momento queda en algo parecido a la que hacen los partidos políticos tras estamparse en unas elecciones. O sea, en nada.

Feliz año nuevo

Feliz año nuevo

En los foros de la web comunitaria número uno del vino en España, casi nada. A lo sumo, algunos comentarios patéticos e infantiles («así dejan más para los otros» -me parto-)  demuestran que la cosa está peor de lo que pensamos. Estamos en matrix y no nos hemos enterado. Desde las instituciones se quejan que en la competencia sectorial hay capacidad económica para «cambiar las costumbres» (que no tío, que esto es al revés, que las costumbres hace años que vienen cambiando y ahora se aprovechan LEGÍTIMAMENTE para dar la estocada final y comeros un terreno que no habéis sabido defender). Eso si, la poltrona bien sujeta y montamos una campaña (a cual más cutre y absurda) para justifcar que algo se hace.

¿Bloggers? Pocos han dicho esta boca es mía. Algunos como mi amiga Malena llevan tiempo predicando en el desierto. A lo sumo los que ejercen más que nada como boletín de noticias simplemente enlazan la cuestión. Sin opinar, como si la cosa no fuera con nosotros. Aunque aquí algo se puede justificar: los profesionales no se la jugarán (más allá de expresar indignación, claro) y los amateurs… ah, los amateurs no estamos para estos bretes. Y en este sector somos… ¿muchos?

Y el resultado final es el que es, casi estamos yendo a la cabalgata y rien de rien. Hay que escurrir el bulto, este pez es demasiado gordo como para bregar con él. Mientras, el pez se nos va comiendo. A todos sin excepción. Incluso a los que ya están más allá del bien y del mal.

Porque de esto se trata: de que no hay ningún atisbo de lectura sociológica, ningún interés de entender qué carajo está pasando. Porque España está viviendo una pauperización sin precedentes (partiendo ya de una situación de clara desventaja) de la cultura, educación y vinculación sensitiva, emocional e intelectual respecto uno de los productos que han vinculado y conformado intrínsicamente este país tal cual es. Uno de los pocos productos que, además, se exporta y se exporta bien (eso nos salva), y que en muchos casos además está muy muy muy bien hecho.

Así estamos: cayendo y sin paracaidas

Así estamos: cayendo y sin paracaidas

Cuando cuento a mis amigos (más profanos que yo en el tema) que el consumo de vino en este país está cayendo más rápido que Felix Baumgartner y que el paracidas no parece que se abra, con lo cual la estampada va a ser (ya está siendo) antológica, mis amigos alucinan. «No puede ser. Aquí se hace y se bebe vino». Si, si, hacer si se hace, pero se va para afuera.

Alucinan cuando les digo que en la primera década del S.XXI (2.000-2.010) el consumo de vino en España se ha reducido en un 45% (de 1.310 a 727 millones de litros anuales) y que en el mismo período hemos pasado de 30,6 a 16,5 litros por persona y año. Esto segun el MARM. Y bajando. Ya no te digo la cara que ponen cuando les cuento en cuánto ronda este consumo por persona y año en un par de paises europeos de «fuerte tradición vinícola» como Dinamarca o Luxemburgo, o como está subiendo su consumo respecto a otros alcoholes en otros países como Suecia, Noruega o los Países Bajos. Europa, vamos.

En el escasísimo debate que se genera sobre este tema, algunos culpan a la crisis económica como la causante de tal desastre. Error, el descenso del consumo viene cayendo, que yo sepa, desde la década de los setenta. Esto viene de más allá y en el caso de nuestro país supera todos los ligeros descensos que, de forma natural, se están produciendo en Europa. Somos los campeones de la tontería. No voy a ser yo el que diga cuales son las razones sociológicas que nos han llevado al barrizal en el que nos encontramos (hay muchas teclas que tocan a mucha gente, la mierda nos llega hasta el cuello) y cuya puntilla, sólo la puntilla, es el caso de las campanadas de la tele o los anuncios del millor cuiner del món patrocinados por otra cerveza y dirigidos por nuestra cineasta más internacional. No me corresponde a mi hacerlo, quede claro, pero si denunciar la pasividad y negligencia de los que deben liderar este debate y no lo hacen. Suya es la responsabilidad de este desaguisado. Mientras las exportaciones sigan funcionando, mal que bien, aquí paz y después gloria.

Eso si, somos siendo los reyes de las notas de cata. Y mientras, algunos, que posiblemente nos la cojemos con papel de fumar, seguimos observando con asombro, perplejidad y ahora le agrego una creciente preocupación la desertización del panorama cultural y vinícola en este país. Suma y sigue: vamos hacia el iceberg a toda máquina.

Algunos si nos esforzamos en subir el promedio

Algunos si nos esforzamos en subir el promedio

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2 respuestas a Vamos hacia el iceberg a toda máquina

  1. Pingback: ¿Por qué ya no me quieres, corazón?

  2. SERGI dijo:

    Et llegeixo ara, txequejant «pendents» del meu mail. Chapó (no em dona la gana escriure-ho en franchute). Com bé dius la desertització del panorama (i no nomes cultural i vinícula) en aquest cenagal on vam nèixer, es tremenda,i igual a la quantitat de comentaris rebuts al teu post… És molt millor llegir la «premsa oficial» online i comentar posts d’esports, a milers per notícia en ocasions, de grans events excepcionals com que jugui el Barça o el Madrid de futbol o que qualsevol tonto postegi lo que sigui al respecte de tals efemérides. En fi, tristament res nou.
    Una abraçada i sort per França o com jo solia dir… que no la necessitis,

    SERGI

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